jueves, 29 de marzo de 2012

Remind yourself that it's okay not to be perfect.

Veintidós. Hace casi veintidós años nacía yo. Nací con un diente, les conté? Dicen que era tierno, pero a mamá le causé problemas. Bueno, a las tetas de mamá les causé problemas. Me lo sacaron a los pocos días porque la mordí, con sangre incluida, mientras tomaba la leche y no me quería soltar, yo quería mi teta.
Conflictiva desde el nacimiento, eso explica muchas cosas.
Los años pasaron y con ellos no sólo siguieron los conflictos, sino que se sumaron inseguridades. Algunas veces me llevo el mundo por delante y otras quiero correr a los brazos de mamá para que me diga que todo va a estar bien. Algunos días soy una superheroína y otros días lloro hasta por las dudas.
Pero a ver, chicas, pensemos lo siguiente: No tenemos suficientes "defectos" como para encima ser inseguras? Ese es el peor defecto de todos. Unos kilos de más o de menos? Una nariz pronunciada? Ojos saltones? Pelo pajoso? Dientes torcidos? Boeeeeeno, no es la muerte de nadie. Recuerden que siempre pero siempre hay un roto para un descosido.
Ser inseguras, en cambio, no queda ahí, sino que nos lleva a muchas otras cosas, como por ejemplo: hinchar las pelotas. Ser inseguras saca lo peor de nosotras y nos convierte en máquinas de mandarse cagadas. Eso en el mejor de los casos, en el peor de todos, nos aisla. Ahí es cuando se suman las soledades.
Ustedes dirán: "callate pelotuda, si sos la más insegura de todas." Y tienen razón. Pero es sólo cuestión de tiempo para que se me graben mis propias palabras.


Siempre hay un roto para un descosido.

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