jueves, 17 de mayo de 2012

Quién dijo que la gente cambia? Quién dijo que la vida enseña? Estamos condenados a cometer los mismos errores una y otra vez, a amar y a actuar de la misma manera, a decir las mismas cosas.
Vamos por la vida envejeciendo sin madurar, arriesgándonos a amar sin aprender, mirando atrás mío y atrás tuyo.
Vamos por la vida sufriendo de antemano, con miedos, con presiones, tratando de guardar todo el llanto que queremos soltar, haciéndonos los fuertes.
A veces valoramos y a veces sólo nos quejamos de no haber conseguido lo que queríamos, o de haber conseguido la mitad, sin disfrutar la otra porción que nos costó alcanzar.
Mil veces decimos y pensamos que vamos a ser diferentes, pero no lo somos. Seguimos cometiendo las mismas cagadas que ya cometimos, y somos plenamente conscientes. Y no nos importa.
Vamos por el mundo criticándolo. Opinando sobre todo lo que vemos y escuchamos cuando simplemente deberíamos agradecer que estamos vivos, para ver y escuchar lo que nos rodea.
Criticamos el mundo porque es lo que sentimos que el mundo hace con nosotros. No nos valoramos a nosotros mismos y creamos un personaje a la defensiva, duro, intocable. Pero por debajo del personaje se encuentra la personalidad, donde se guardan los verdaderos sentimientos, las verdaderas emociones, los miedos, los castigos. La personalidad es conocida por muy pocos.
Buscamos alejarnos de todo y nos quedamos.
Somos felices de a ratos pero antes de darnos cuenta estamos llorando de nuevo.
Soñamos y proyectamos a futuro, solos o acompañados, aunque en verdad estamos siempre solos.
Sufrimos y dudamos hasta que la persona indicada nos abraza o nos dice las palabras justas. Así recuperamos fuerzas para ser nuevamente felices de a ratos hasta que nos cansamos de recibir golpes y críticas, volvemos a llorar, volver a recibir fuerzas de unos pocos, y así sucesivamente.
La gente no cambia ni aprende, aunque sí entiende que debería hacerlo, pero no le importa.


No hay comentarios:

Publicar un comentario